sábado, 16 de outubro de 2010

MI CASA, MI VIDA

1000000 DE CASAS. MI CASA, MI VIDA. MÁS UM ENGAÑO ELECTORAL.

El Presidente Lula prometió construir 1.000.000 de casas, así como crear las condiciones para que hasta el más miserable consiga un techo para vivir.

Es un proyecto bastante cuestionable. El gobierno no tiene la capacidad para construir 1.000.000 de casas en tan poco tiempo. No tiene logística, ni infraestructura, ni mano de obra para este proyecto, contando con tan poco tiempo.

Para salvar estos imprevistos, el gobierno anunció el lanzamiento del proyecto, pero se eximió de colocar fecha de terminación.

Esa advertencia, aparentemente ingenua, esconde dos grandes engaños.

Primero, la promesa de un millón de casas genera un impacto estruendoso y la publicidad hábilmente explotará el GRAN PROGRAMA DE UN MILLON DE CASAS, INÉDITO EN LA HISTORIA DE BRASIL.

El hecho de que la promesa no se cumplirá, es secundario. Después el pueblo olvida. Como olvidó la promesa de diez millones de empleos de la primera campaña electoral del Presidente Lula y todas las otras que nunca fueron cumplidas.

El segundo aspecto es que, después de algunas pobres inauguraciones, con discursos y testimonios conmovientes de los beneficiados, fiesta y mucha publicidad, vendrá el retorno electoral. El candidato del gobierno será anunciado como el gran idealizador del proyecto y el único capaz de darle continuidad (Dilma). En pocas palabras la cuestión será: “vote en ella o no tendrá casa”

O sea, el proyecto de un millón de casas es un golpe en dos partes, siendo un fraude que no se sustenta técnicamente.

El proyecto prevé la construcción de un millón de casas en dos modelos. Según datos oficiales, el gobierno dotó al programa con R$ 34.000 millones, pero no explicó el origen de los recursos.

Según la publicidad del proyecto MI CASA, MI VIDA, serán construidas casas de 35 m2 y apartamentos de 42 m2 en edificios de 4 pisos.

Es un error construir viviendas populares en edificios de cuatro pisos. Ese hecho ya fue confirmado en proyectos anteriores. El ejemplo más representativo de ese error es el conjunto conocido como “Conjunto do Pedregulho” o “Conjunto Residencial Mendes de Morais” situado en Rio de Janeiro.

El conjunto es uno de los íconos de la arquitectura modernista brasileña. Fue proyectado por el arquitecto Afonso Eduardo Reidy. El proyecto paisajístico es de Roberto Burle Marx y los paneles son autoría de Cândido Portinari, Burle Marx y Anísio Medeiros.

A pesar de todos esos aspectos, y de ser protegido como patrimonio, el conjunto tiene problemas de mantenimiento crónicos y serios. El hecho de ser un conjunto habitacional popular de muchos pisos hace que su mantenimiento sea prácticamente imposible por parte de los residentes que tienen bajo pode adquisitivo. El resultado es una decadencia total del conjunto con el consiguiente deterioro de su estructura, de su revestimiento y de los demás elementos de la construcción.

Las viviendas populares no pueden tener más de dos pisos, pues su mantenimiento se torna inviable. Lo ideal es que tengan apenas un piso, pues un eventual olvido del mantenimiento difícilmente implica un riesgo de venirse abajo.

Dejando de lado estos detalles, tenemos ahora el lado financiero.

El SINDUSCON – Sindicato de la Indústria de la Construcción Civil, investiga y publica mensualmente los costos de referencia para la construcción civil.

De acuerdo con el SINDUSCON – RJ, el costo del m2 de construcción "Padrón Popular" fue de R$ 807,27 en febrero de 2009. Ese costo representa apenas las cuotas del material y de la mano de obra.

Existen pequeñas variaciones de un estado para el otro. Pero, tomando por base el valor de R$ 800,00 / m2 y considerando 1.000.000 de habitaciones con área media de 38 m2, solamente la construcción consumiría R$ 800,00 x 1.000.000 x 38 = R$ 30.400.000.000,00.

O sea, R$ 30.400 millones.

Pero, estas construcciones no serán levantadas en tierras baldías. Hay que considerar el costo de adquisición de la tierra y todo el costo de implementación de la infraestructura, que va desde calles, agua, caños de desagüe, energía, teléfonos y otros servicios.

Todos esos ítems cuestan solamente R$ 3.600 millones.

Solamente el costo de la tierra es exorbitante, principalmente si esos conjuntos fueran construidos en centros urbanos, donde la tierra es escasa y valorizada.

Dilma Rousseff miente ciertamente cuando dice que esos recursos contemplan todo el proyecto, pues es increíble que no tenga asesores capaces de hacer cuentas tan elementales.

O proyecto "Mi Casa, Mi Vida" es un fraude más, como lo fue el “Cemento Social” lanzado por Lula y Marcelo Crivella antes de las elecciones para alcalde.

O “Cemento Social” consistía en reformar algunas casas precarias en el morro da Providência, en Rio de Janeiro. Consumió recursos, no fue terminado y resultó en un episodio trágico para el ejército brasileño, que fue envuelto en una aventura irresponsable.

La tragedia en el Morro do Bumba, en Niteroi, refleja claramente las futuras consecuencias de acciones irresponsables del gobierno, buscando electores, cueste lo que cueste.

Tiempo, dinero, mano de obra, infraestructura, son elementos que deben considerarse en los proyectos que pretenden dar estabilidad a familias tradicionalmente inestables.

ASISTENCIALISMO DEL GOBIERNO

UNA RECIENTE INVESTIGACIÓN DEL IBGE MUESTRA LA VERDADERA CARA DEL ASISTENCIALISMO EN BRASIL.

Una reciente investigación del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, IBGE, basada en los datos de la Investigación Nacional por muestras de Domicilios, PNAD, reveló la verdadera cara de la política asistencialista iniciada por Fernando Enrique Cardozo y ampliada por el actual Presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva

La investigación muestra que de los 54,6 millones de domicilios brasileños, 18,3%, aproximadamente 10 millones de domicilios, son beneficiados por los programas sociales.

El aumento de la renta familiar de los beneficiados tuvo impacto directo en el consumo de bienes de consumo durables. Las familias compraron más estufas, neveras, computadores, teléfonos celulares, etc., haciendo uso de las múltiples líneas de crédito que, con ayuda de políticas federales, colocaron dinero vivo en manos del pueblo con menor nivel de ingreso, y alto riesgo de incumplimiento al pago de los largos sistemas de financiamiento.

Por otra parte, los indicadores sociales relacionados a los servicios básicos y a la infraestructura del grupo formado por los beneficiarios, están desfasados del resto de Brasil en más de una década. Solo necesitamos asistir a las viviendas básicas de las favelas, con electrodomésticos de última generación, TV plasma, neveras, congeladores, entre otros, viviendo en zonas de riesgo, con servicios pirateados, altos niveles de inseguridad y marginalidad social.

Otra investigación, por otro lado, mostró un dato importante. El llamado EFECTO PEREZA, que es el hecho de que la gente se acomoda o se conforma por estar recibiendo su sustento sin necesidad de trabajar, ha contaminado a todos los beneficiados con los planes de asistencia social del gobierno federal.

Todos esos resultados son la prueba de que ese “asistencialismo” en masa, no deja de ser sino un gran bastión electoral, y por eso se puede llegar a entender y explicar la increíble y elevada popularidad del presidente Lula.

Son casi 10 millones de familias de las clases más pobres, con el mayor número de individuos por familia y un mayor grado de alienación social, donde se deshace la personalidad del individuo, controlando y anulando su libre albedrío, haciéndolo dependiente de lo dictado por otra persona u organización. El alienado permanece dentro de sí, ensimismado por su desorientación social. Se adapta, acepta y se separa de su realidad.

El hecho de que el pueblo esté comprando bienes durables muestra que no son tan miserables, como se intenta hacer ver, y que el dinero no está siendo empleado para suplir necesidades básicas, lo que sería propiamente el objetivo de esos proyectos sociales.

Ofrecer beneficios como el bolsa familia, o cualquier otro tipo de limosna similar, sin control alguno, es ciertamente mucho más fácil que implantar efectivamente mejoras en la infraestructura social y establecer una estabilidad permanente y segura en el ingreso familiar, lo que efectivamente daría base a una mejora en el nivel de vida real de las mal llamadas clases sociales pobres.

Sistemas de saneamiento básico, redes de agua potable, salud, seguridad pública, escuelas y, principalmente, enseñanza de cualidad, son algunas de las obligaciones del estado. Estas inversiones, que son obligatorias para el estado, tenderían a mejorar los indicadores sociales de la población a mediano plazo y transformaría individuos crónicamente dependientes en ciudadanos generadores de su propio sustento y riqueza.

Las políticas consistentes y sostenibles a mediano y largo plazo demanda planeamiento, y sus resultados muchas veces no surgen en 4 años. El cambio de gobierno, o de partido que gobierna, puede hacer que muchos proyectos queden en el tintero por años, gastando innecesariamente dinero público.

Investigaciones hechas, muestran claramente que las políticas asistencialistas, si fueran de buena fe, estarían equivocadas, pues difícilmente alcanzarían los resultados inicialmente planeados. Todo parecer reforzar la idea de que estos programas buscan ganar votos en las elecciones gastando dinero público, lo que es claramente ilegal.

Nadie niega que el asistencialismo ha mostrado resultados a corto plazo, pero tampoco se puede negar que está llegando a representar un enorme riesgo para el país. En el peor de los casos, el país vivirá una estagnación social, con mano de obra desocupada que prefiere el ocio al trabajo, así como un elevado nivel de informalidad y una alta inestabilidad económica.

Recordemos que en los momentos de crisis económica grave los primeros gastos que el gobierno corta son los sociales. ¿Qué hará Brasil con más de 10 millones de familias dependientes del favor público, con hambre y sin un ingreso real estable?

Podemos estar presenciando la creación de una gran “burbuja económica”, como la vivida por argentina en la era Menem. Todo era bueno. Economía estable. Sociedad estable. Vale la pena que recordemos qué pasó cuando el cuento de hadas terminó…