sábado, 4 de dezembro de 2010

APRENDAMOS A PROYECTAR NUESTRA IMAGEN

Cuando pensamos que la apariencia física no está en franca armonía con el vestuario, encontramos un artículo como el siguiente, donde dudas ancestrales se ven clarificadas y nos dan pautas para optimizar nuestra presentación personal, proyectando una imágen de éxito, buen gusto y calidad.

Vestirse para triunfar

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Por: Pilar Castaño

El estilo no tiene que ver necesariamente con la moda. Son más la actitud, los movimientos, la cultura y la forma de ser una persona los que hacen que su atuendo sea un verdadero acierto.

Existe, desde luego, un código de barras en el vestir que ayuda y mucho.

Desde que el hombre comenzó a vestirse, las prendas dejaron de ser exclusivamente elementos de protección. Con el vestido nacieron también la estética y la sensibilidad. El vestido pasó de mantenernos vivos a ¡darnos vida!, a reflejar cierto tipo de poder. Hombres y mujeres se dieron cuenta de que el “hábito sí hace al monje”. En este sentido, la moda se volvió importante. Si no, preguntémosle a Cleopatra o a Napoleón y… ¿por qué no? a María Antonieta, que no escatimó detalle ni siquiera en su último día caminando hacia la guillotina…

Cuanto más importante sea el evento, más se complican las cosas. Saber qué ponerse, qué se verá mejor, qué resalta nuestros atributos y esconde nuestros defectos, es fundamental.

Todas somos bellas, lo dije una vez y lo sostengo: “No hay mujeres feas sino perezosas”. Con curvas o delgados, altos o bajitos, atléticos o embarazados… todos los cuerpos tienen la posibilidad de verse mejor con el estilo apropiado.

El largo viene muy corto. Todo depende del físico y de la edad, pero definitivamente el alto está bien alto y sólo lo deben llevar aquellas que no tienen nada que esconder.

Una camisa blanca es lo primero para una vestimenta exitosa. Cuanto más masculina sea, ¡mejor!: ilumina, es sexy, atractiva, sencilla pero elegante.

Para las mujeres, la moda viene cada vez más sensual y llamativa; el traje encierra toda la sofisticación. Para los señores es algo de todos los días, pero para la mujer… ese estilo andrógino de camisas masculinas, chaquetas de smoking y sastres en paño raya tiza, está de primero en las listas del ‘trend” de las ejecutivas jóvenes, sin olvidar la chaqueta de cuero inspirada en íconos como James Dean o Marlon Brando.

La camiseta, según Giorgio Armani, es el alfa y el omega del alfabeto de la moda. Cuanto más delgada y clara, mejor.

Los shorts dejaron de ser una prenda tropical, vienen en paño tweed acompañando la chaqueta del andrógino smoking. Claro que con esta prenda el largo de las piernas, la firmeza y desde luego la edad son una condición ineludible. Es una prenda para las que tienen piernas infinitas…

¿Qué tendencias están más vigentes? Los diseños animales. No sólo en telas sino en pieles para zapatos y carteras, el toque salvaje está rugiendo en su regreso. El encaje y la sensualidad de sedas y transparencias están exteriorizando la feminidad en la moda. El tejido de punto para todas las horas del día, en inmensos volúmenes y estilo cardigan de los años veinte, es fresco pero sofisticado.

La moda retro, las hombreras pronunciadas con influencia militar, líneas estructuradas que evocan otras épocas. Lo mismo el terciopelo para el día, las piedras preciosas en tamaño gigante, los vestidos de flores y las chaquetas de lentejuelas de cantante de orquesta. La alta costura en París estuvo inspirada en las amazonas del siglo XIX, en el jardín del edén, en el barroco; el prêt-à-porter, en el minimalismo, los pantalones muy ajustados en materiales como el neopreno de los buceadores, los suéteres de las estaciones de esquí, los colores empolvados, la mezcla de los materiales, las botas legging, la manga tres cuartos, el rojo y el negro, el drapeado y, definitivamente, los años cuarenta… la moda sensual, muy sensual.

Las notas, como en una bella sinfonía, son las que definen la elegancia. En el estilo de una mujer, los zapatos y la cartera, y en otras épocas el sombrero y los guantes, son el toque definitivo: una elección equivocada en los accesorios y hasta ahí llegó la vestimenta y la finura. El exceso es el error que primero comete una mujer insegura, que quiere lucirse pero que, a la hora de adornarse, exagera.

Una mujer necesita por lo menos dos tamaños de cartera. La grande para el día y el trabajo y la más pequeña cuando ya es de noche o para el día en una ceremonia o evento formal. Nada desdibuja más a una mujer elegante que una cartera fuera de lugar por su tamaño.

La moda empodera. Esa es una premisa real y hay que saber aprovecharla. El “menos es más” es la mejor forma de acercarnos a la perfección y no correr el riesgo de estar fuera de lugar.

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